c
Galeano nos dice que recordar significa volver a pasar por el corazón. Y estas inquisiciones en eso se empeñan. Con los viajes de un monje que inspiró a Cristóbal Colón, con la luz de vela que ha sido Simón Rodríguez para América, con las primeras crónicas rioplatenses sobre cine. También repasan momentos del último gran narrador de América Latina, que siempre escribió contra la felicidad perfecta de la desmemoria.
En aquellos años, Chiapas figuraba como un laboratorio de movimientos sociales y políticos, principalmente de origen indígena y campesino, aunque llegaron a incluir a la población ladina. Y la Iglesia católica progresista tuvo un rol central en la organización del Congreso Indígena, habiéndose instalado en la zona de Los Altos: tierra poblada por finqueros y campesinos ch’oles, adonde Jesús Morales Bermúdez llegó a los veinticinco años. Sabanilla fue el pueblo elegido para la estancia organizativa que se tradujo en experiencia indeleble, en la que se descubrió y afirmó la dimensión conversacional.
“Se trataba de un esfuerzo por hacer coherentes las inquietudes que siguieron al movimiento estudiantil de 1968 y al jueves de Corpus del año de 1971: destino generacional. Destino también, que me condujo a vivir entre los ch’oles por un periodo de cuatro años y, dos más, con los tzeltales de la selva y de la sierra. Por esos años, gran parte de las preocupaciones de estudiantes, militantes, trabajadores sociales, etcétera, giraban en torno a la construcción de una nueva sociedad, de un hombre nuevo. Se iniciaba el desencanto”.
Memorial del tiempo nació años más tarde, en 1987. El autor vivía ya en el Distrito Federal, después de haber transcurrido seis años entre Los Altos y la Selva Lacandona, que en aquel entonces eran metas de la reforma agraria para fines de reubicación y repoblación, y el teatro de las migraciones tzeltales. La novela atendió a un llamado: la memoria vívida de aquella experiencia que regresó al corazón. “En este caso, para decirlo con sus palabras, los protagonistas han venido a asentarse en mi corazón, han venido a vivir un tiempo en mí, para no vivir solos; para no volvernos olvido”.
Claro está que, desde su formación antropológica, Morales Bermúdez hubiera podido hacer una observación detallada de lo que fue la organización del Congreso Indígena y de los movimientos que surgieron a raíz de ese encuentro multiétnico; sin embargo, su intención fue primordialmente la de compartir su experiencia con palabras verdaderas, sin ningún filtro académico o disciplinario. Lo que comunica Morales Bermúdez es la profunda conciencia de que, aunque las palabras tengan alas, al mismo tiempo permanecen. Y la elocuencia es una dimensión que involucra a los que saben primero escuchar: “Así como venimos contando porque hay cuentos que pasan en los lugares así como vivimos, así contamos cosas según como nos tenemos recordado. Pero se pasa hay veces que ya tenemos olvido así como de sucesos que ya se pasaron los que son campesino como nosotros, como mismo pues, igual como nosostros que dicen la palabra verdadera”.
Memorial es una novela que entrega su completa comprensión en la lectura en voz alta. Es una obra que necesita ser escuchada; traza un camino circular en sus andanzas discursivas, tiene su origen en la oralidad y hacia allá versa. Busca atrapar una vertiente conversativa del mundo chiapaneco a través de una modalidad de habla típica de la región, el castía o castilla. Así que desde aquella memoria conversacional brotan paisajes y personajes plenos de vitalidad en los que se trenzan realidad y poesía.
Francesa, nació en Aix-en-Provence. Cursó estudios en la École supérieure d’art d’Aix-en-Provence que no concluyó. Prefería pintar en su casa hasta quedarse dormida, con las manos llenas de pintura. Emigró a México a los veinte años. En Oaxaca, su vocación se volvió su profesión. Autodidacta, se perfeccionó haciendo grabados con Gerardo de la Barrera y litografía, poco después, con Per Anderson, en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca. A Boullier le gusta contar que, cuando pinta y dibuja, surgen solitas las bestias humanas, sus manos, sus miradas. Que un ojo es casi siempre la primera cosa que aparece. Sus creaciones son austeras en el uso del color y testimonian un tratamiento minucioso de la sensualidad. Ha expuesto en México, España y Francia. Creció en el campo, entre cartones, tijeras, botes de pintura y colores.
Italiana, nació en Oristano. Egresó del doctorado en Literatura comparada de la Università degli Studi di Cagliari. Su tesis: Come abitare la zona di contatto? Dinamiche di doppia traduzione in Memorial del tiempo o vía de las conversaciones di Jesús Morales Bermúdez. Sus estudios se extienden a la literatura mexicana, especialmente a la literatura indígena y a las formas de traducción y auto-traducción entre las lenguas mayenses y la lengua española. En la actualidad investiga los discursos audiovisuales en el Amazonas de Brasil. Rulfo y Revueltas, “los muy tremendos”, le dejaron huellas.