El mundo tiene cicatrices. Integran este informe voces que ilustran sobre la violencia, voces que se niegan a echarle sal a la memoria. Que no ven en el terror y la muerte fotos del álbum familiar. Que recogen en esa memoria las ganas de mundar, religión de los malditos. Es que hay palabras que esperan que alguien las tome, hurgando en todos los rincones, raspando las entrañas de las cosas, cara a cara. El mundo tiembla.
“Ni una menos” es una necesidad de las mujeres, de las lesbianas, de las travestis, y de todos aquellos cuerpos que desafían al heteropatriarcado y sus normas disciplinadoras y domesticadoras. Es la necesidad de pararle la mano a los agresores, a quienes se consideran dueños de nuestras vidas, de nuestras decisiones, de nuestro tiempo. Es la necesidad no sólo de poner fin a los feminicidios y a los travesticidios, sino también a las muchas violencias con las que nos invisibilizan y nos niegan, nos maniatan, nos asustan, nos vulneran.
“Ni una menos” es una exigencia al Estado patriarcal, que no es –como a veces se dice– un Estado “ausente”, sino un Estado cómplice, en sus actuaciones represivas, jurídicas, sociales, políticas, del modelo criminal. Es la exigencia de actuar para garantizar los derechos de las mujeres a una vida sin violencias, al trabajo, a la salud, a la educación, a la vivienda, al acceso a la tierra, a la justicia. Es la exigencia para que el Estado investigue y desmantele las redes de prostitución y trata entramadas con las redes del narco, del tráfico de órganos, del crimen organizado y sus relaciones con las fuerzas represivas, judiciales, políticas. Que el Estado garantice las condiciones para proteger a las mujeres víctimas de violencias. Que asegure la enseñanza de la Educación Sexual Integral en las escuelas, y que enseñe los derechos de las mujeres en todas las instancias de la administración pública. Que controle a los medios de comunicación públicos y privados que emiten contenidos misóginos, lesbofóbicos, travestofóbicos, naturalizadores de la violencia machista y alentadores de mensajes de odio. Que deje de financiar a las Iglesias y a la enseñanza religiosa en las escuelas, que son las cunas de los fundamentalismos. Que limpie las fuerzas de seguridad de los tantísimos cómplices o partícipes de la violencia patriarcal en sus diversas expresiones. Que invierta sus recursos en campañas de formación, de comunicación y en el apoyo a las propias oficinas estatales que tienen como tarea asegurar los derechos de las mujeres y de las disidencias sexuales.
“Ni una menos” es, sobre todo, un programa para las mujeres, lesbianas, trans, travestis, y para los movimientos populares que pretenden despatriarcalizarse. Un programa para rehacer nuestros modos de lucha, pensando desde nuestros lugares de identidad o de actuación territorial en establecer lazos, puentes, abrazos que posibiliten construir una trama consistente para enfrentar a esta cultura que nos niega.
Pedagogía feminista, comunicación feminista, Educación Sexual Integral en las escuelas, alfabetización feminista en los medios de comunicación de masas, formación en derechos de las mujeres para quienes prejuzgan en los tribunales, asedio a las instituciones que perpetúan la impunidad, acompañamiento a quienes sufren violencias y respuestas colectivas solidarias que no pueden consistir en el autoencierro. Espacios de sanación comunitaria para víctimas de violencias. Autodefensa feminista como modo de intervención solidaria, colectiva, que cree posibilidades para las políticas de cuidado. Porque además de querernos vivas, nos queremos libres.
“Ni una menos” nació como una respuesta feminista y popular a la que aportan colectivos, organizaciones, movimientos y también muchas mujeres no organizadas que dijeron “Ya basta”. Es un gran desafío del movimiento de mujeres, de los feminismos, de los colectivos LGTTBI, sostener y ampliar este espacio como programa vital. Evitar que nuestro grito visceral, profundo, desgarrado, quede sofocado por pequeñas disputas que pierden de vista que estamos en medio de una guerra contra las mujeres, lesbianas, travestis, trans; guerra a la que tenemos que enfrentar en una disparidad de fuerzas descomunal. Es por eso que necesitamos poner en juego una gran movilización popular antipatriarcal, conjugada con las actuaciones de nuestras guerrillas feministas, armadas de imaginación, de creatividad, de deseo.
Congolesa, nació en Buta, al norte del río Congo. Trotamundos de origen franco-húngaro. Estudió economía y ciencias políticas. Radicada en México desde 1983, donde trabajó para las Naciones Unidas. En 1999 empieza a dedicarse a la fotografía, sobre todo al retrato. En los rostros ella ve no sólo sus gestos, sino que también escucha sus historias. Así como la magdalena de Marcel Proust, ella piensa que hay que penetrar en el inconsciente, personal y social, para redimir la memoria. Ha expuesto en México, Eslovaquia, Hungría, Alemania y sobresale la X Bienal de La Habana de arte contemporáneo. Sus trabajos y sus días aparecen en libros, Fotografía contemporánea en Oaxaca, y revistas: Biodiversidad, sustento y culturas; Cuartoscuro; Black & White. También cultiva el documental: La diosa del maíz y Resistencia visual.
Argentina, nació en Buenos Aires. Es educadora popular y comunicadora feminista. Participó en brigadas juveniles de solidaridad con Nicaragua, en la cosecha del café, y con Chile, durante la dictadura de Pinochet. Integra el equipo de educación popular Pañuelos en Rebeldía. Obras importantes: El Che y los argentinos y Caleidoscopio de rebeldías. Publicó un diálogo con Fanny Edelman: Feminismo y marxismo. Conduce los programas de radio Espejos todavía y Aprendiendo a volar. Su labor periodística la volvió corresponsal de ADITAL y Brasil de Fato (Brasil), Radio Rebelde (Cuba), Punto Final (Chile) y Madres de Plaza de Mayo (Argentina).