En un cuento de Benedetti, los jugadores de cierto club rioplatense cambian la letra del himno nacional por la de un tango, y triunfan. Como en esa ficción, el fútbol y la política se encuentran con frecuencia. Son viejos conocidos. Los textos que publicamos recogen algunas historias alrededor de la pelota. Ella es fuente de alegría cuando estalla en la red y ahora recolecta ovaciones, metiéndole goles a la amnesia.

No.

ENTRADAS

Con la verdad en los pies
El fútbol también se juega fuera de la cancha


Nadia Fink

La recién nacida Coordinadora de Derechos Humanos del Fútbol Argentino, de la mano de un puñado de hinchas, se propone contribuir a sostener la memoria, la verdad y la justicia para los crímenes de lesa humanidad de la última dictadura y también reivindicar los derechos de hoy, que se pretenden vulnerar.

“El fútbol es una caja de resonancia innegable para estos temas y los clubes de fútbol no pueden estar ajenos a esto”. Así habla Mariano Colángelo sobre la creación de la Coordinadora. Desde las tribunas cuentan las cosas de otro modo, haciendo oídos a pedidos populares. El fútbol sigue siendo el deporte más popular en la Argentina y en toda Latinoamérica. Y cada vez es más grande, también, el número de mujeres que lo juega y que asiste a los estadios.

El fútbol y la literatura desde siempre han tenido que ver; hay un sinfín de cuentos y relatos que atraviesan dos pasiones que suelen ir de la mano. Y como la literatura y el fútbol siempre han estado relacionados, la presentación de un libro dio el pitazo inicial de la Coordinadora. Se trató de Los desaparecidos de Racing, del sociólogo Julián Scher, que narra once historias de desaparecidos relacionados con el club. En el evento participaron, además de Racing, algunos de los clubes que cuentan con subcomisiones de derechos humanos: San Lorenzo de Almagro, Defensores de Belgrano y Ferro Carril Oeste. Sucesivamente una intervención, la idea, el grupo de WhatsApp, y la primera reunión se hizo realidad. En la segunda, donde ya había nueve equipos –los cuatro originales más Argentinos Juniors, Banfield, Lanús, Rosario Central y Huracán–, surgió el nombre y se escribió un documento. En la siguiente se preparó la primera acción conjunta y luego se participó en la marcha del 24 de marzo.

Petits dessins en novembre

de Eric Demelis

Eric Demelis (1974)


Francés, nació en Annecy. Reside en Grenoble. Se declara autodidacta. Su devoción por la pintura flamenca, en particular Pieter Brueghel “El Joven” y El Bosco, el Art Brut y el cómic lo inclinó al dibujo. Aunque durante largos años se desempeñó en los más diversos oficios, confiesa que se decidió a ejercer el dibujo a partir de una historia de amor y un periodo de desempleo. En sus figuras deformes en tinta india, carboncillo, acrílico y modelado, paradójicamente prevalece y se acentúa lo humano. Estos personajes expresan la dualidad entre el bien y el mal. Priva en su lenguaje la idea de transfigurar la asfixiante angustia del mundo contemporáneo. Ha expuesto en muchas partes de Francia, Italia y Bélgica.


Recuerdos del futuro


“En la tribuna Sur faltan los hinchas de Boca y River que fueron secuestrados de sus domicilios o lugares de trabajo, alojados en Centros Clandestinos de Detención y, luego de sesiones de tortura, arrojados desde aviones al mar.

“En la tribuna Norte no se encuentran los hinchas de Racing e Independiente, que, luego de pasar por el mismo calvario del secuestro y la tortura, fueron acribillados a balazos y sus cadáveres esparcidos en descampados.

“En la tribuna Este no figuran los hinchas de Huracán y San Lorenzo, encontrados años más tarde en fosas comunes. Exterminados de las formas más perversas.

“En la tribuna Oeste no están las hinchadas de Rosario Central ni Newell’s, a quienes antes de matarlas esperaron que parieran para quedarse con sus hijos como botín de guerra. En esas épocas, los familiares de los desaparecidos buscaron una respuesta por la suerte de sus seres queridos”.

Este texto es de Claudio Morresi, exjugador de Huracán y de River, a quien la última dictadura militar le asesinó un hermano. Lo escribió el 24 de marzo de 2014, cuando se cumplían 38 años del golpe de Estado, y habla de los 30 mil desaparecidos como si todos fueran hinchas de fútbol.

El esclarecimiento de los actos de la dictadura cívico-militar-eclesiástica sigue siendo hasta el día de hoy una lucha de numerosos organismos de derechos humanos, como las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo, que persisten buscando nietas y nietos, escuchando a las hijas e hijos que quieren saber dónde están los cuerpos de sus madres y sus padres. Lo es también la construcción de memoria –que no se olvide el genocidio–, verdad –que no se niegue– y justicia –que los genocidas sean juzgados por sus crímenes de lesa humanidad.

El fútbol no fue ajeno a la década de 1970. Cada club tiene su historia. Además de desaparecer a socios y al futbolista de Huracán de Tres Arroyos, Carlos Alberto Rivada, la colusión mafiosa de militares y empresarios tuvo otras repercusiones. En el caso de San Lorenzo, un decreto de 1979 los despojó de su cancha para convertirla luego en un Carrefour, el primer hipermercado del país. Recuperar ese predio ha sido una vieja pelea del club.

Vicepresidente de la subcomisión del Hincha en el San Lorenzo, Mariano Colángelo sabe de peleas prolongadas. Por eso participa en el club desde hace 13 años. Y señala que “los derechos humanos nos atraviesan a todos. Así como hemos llevado a chicos del club al ex-centro de detención ESMA para que conozcan la historia, o hemos tenido charlas con excombatientes, también consideramos los derechos humanos no sólo como memoria, verdad y justicia, sino como todos aquellos derechos básicos que necesita la gente para vivir dignamente”.

Mariano Vignozzi, presidente de la subcomisión de Derechos Humanos de Ferro Carril Oeste, club que hizo historia en la Argentina durante la década de 1980 y al que declararon en quiebra en 2002, cuenta que “Ferro fue uno de los grandes clubes de fútbol, aún lo es –agrega– porque quisieron arrancar la flor y se olvidaron de las raíces. Y no sólo por los triunfos futbolísticos, sino que en los ochenta ganaba todo en otros deportes, y era muy respetado en lo social”. Se llevó doce años recuperar al club, luego de que los socios se juntaran y conformaran una subcomisión para poder participar activamente. Y ahora realizan un trabajo interno que tiene que ver con los derechos, procurados sobre todo desde la infancia, para desterrar la discriminación, el bullying, la violencia de género, la trata o el abuso infantil. Pero también puntualiza Vignozzi que hoy en el fútbol “la violencia institucional es uno de los ejes, es un problema grave. Siempre vemos que, por no poder controlar a unos pocos, le pegan a cualquiera que está en la fila para ingresar a una cancha, vaya con chicos o no; o si vas a un estadio de fútbol a ver un recital, la policía te maltrata y, muchas veces, te mata”. Ése es el puente que intentan cruzar. En palabras de Colángelo: “Hacer algo en conjunto con el resto de los clubes, que no estuviera atomizado”.

Banderas en tu corazón


Cuando hablan de “contexto actual”, ambos se refieren al retroceso, en materia de derechos, que sufre el país desde la asunción del gobierno de Cambiemos en diciembre de 2015. Apenas empezaba el mandato presidencial de Mauricio Macri y un número importante de genocidas presos por delitos de lesa humanidad ya recibía el beneficio de la prisión domiciliaria. Por otro lado, se intentó detener algunos juicios con maniobras burocráticas y legalistas, como el 2x1 –el fallo de la Corte Suprema que buscó reducir la cantidad de años de cárcel–, que fue revertido luego de una movilización masiva. Por eso, el documento fundacional de la Coordinadora aclara: “En este escenario, interpretamos que el fútbol, una marca identitaria que millones llevamos tatuada, puede resultar un instrumento eficaz para generar conciencia sobre qué cosas no deben ocurrir nunca más y sobre qué derechos son inherentes a los seres humanos y deben ser respetados bajo cualquier coyuntura política, económica y social”.

El desafío para estos hinchas es doble: además de pensar en los derechos humanos de toda la sociedad, deben focalizarse en las barras bravas, asociaciones ilícitas que han crecido a la sombra de la corrupción de los dirigentes, con el aval de la justicia y la propagación del narcotráfico, y que, a la postre, sirven de fuerza de choque de los gobernantes en turno. Es que “ser hincha” es algo bien diferente. “La barra es un fenómeno específico que atraviesa todo el fútbol y que no es sólo una cuestión de los clubes sino del Estado, de la política, de los organismos de seguridad… Por eso es tan importante toda esta movida de juntarnos quienes somos hinchas de los clubes, que seamos quienes representamos a esos clubes”, observa Colángelo, y aclara: “Creo que mientras no haya una decisión del Estado, de la política y de la sociedad en general, incluso de los que participamos en los clubes al respecto, el fenómeno va a seguir estando. Desde nuestro lugar, en principio en San Lorenzo, intentamos revertir eso desde el trabajo cotidiano”.

Hinchas con conciencia y ganas de cambiar las cosas, no sólo se van juntando en la Coordinadora, sino que utilizan las banderas para llegar a más personas. La mayoría de los mensajes espontáneos en los partidos no son televisados. Pero repercuten de otras maneras. El caso de Banfield, club de la provincia de Buenos Aires, tomó notoriedad. Además de una bandera contra el 2x1, cuando la desaparición de Santiago Maldonado –el joven que, en defensa de las tierras de los pueblos originarios, se encontraba cortando la ruta de Chubut, que desapareció en el contexto del violento desalojo de la Gendarmería y que, finalmente, fue hallado ahogado en un río cercano–, alguno osó colgar desde su tribuna otra que decía “Aparición con vida de Santiago Maldonado”.

“El sueño que nos trajo hasta acá no distingue colores”


Así reza otro fragmento del texto fundacional. Así termina: “El sueño que nos trajo hasta acá no fragmenta camisetas. El sueño que nos trajo hasta acá es armar un equipo que juegue de memoria, con la verdad en los pies y la justicia en el corazón”. Que no se distingan colores es otro de los preceptos que intenta consolidar la Coordinadora. Y aunque sabemos que en la llamada “cultura del aguante” el enemigo a combatir es el equipo rival –la mayoría de los cantitos hablan de “matar”, “correr”, “coger”– y que las cargadas son parte del folklore, animando reuniones y generando discusiones en mesas familiares, lo que se pretende desandar es la violencia contra el otro/la otra.

La experiencia de articular entre rivales se da en algunos clubes, como en el caso de San Lorenzo y Huracán, uno de los clásicos del país. Cuenta Colángelo que desde “hace muchos años venimos participando en una campaña que se llama Más allá de los colores, con la ONG de Huracán, Corazón Quemero, con quienes hacemos un trabajo social importante”. Y agrega Vignozzi: “Es un poco estar a contracorriente de las rivalidades y de la violencia simbólica y real pero que está instalada en los clubes. Nosotros consideramos que, al contrario, esto nos une”.

Y eso que los une, justamente, no tiene que ver con la camiseta sino con la pasión. “A nosotros nos identifica la pasión por nuestros clubes pero también el compromiso y la militancia por estos temas; eso es lo que tenemos en común”, remata Colángelo.

Nadia Fink (1977)


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